13/6/08

Cyrano de Bergerac

«Cristián.- ¡Socorro, Cyrano!
Cyrano.- No, señor.
Cristián.- Me muero si no recupero su gracia ahora mismo.
Cyrano.- ¿Y cómo voy a arrglarme para enseñarte ahora mismo...?
Cristián.- (Agarrándole el brazo.) ¡Oh, mira: cállate! (Se ha iluminado la ventana de Roxana.)
Cyrano.- (Emocionado.) ¡Su ventana!
Cristián.- (Gritando) ¡Voy a morir!
Cyrano.- ¡Baja la voz!
Cristián.- (En voz muy baja.) ¡Morir!
Cyrano.- La noche está oscura...
Cristián.- ¿Y?
Cyrano.- Todavía tiene arreglo la cosa. No lo mereces, pero... ¡Colócate ahí, miserable! Ahí, delante del balcón. Yo me ocultaré debajo... y te soplaré lo que tengas que decir.
Cristián.- Pero...
Cyrano.- ¡Cállate! (...)
Roxana.- (Entreabriendo su ventana.) ¿Quién me llama?
Cristián.- Yo.
Roxana.- ¿Quién yo?
Cristián.- Cristián.
Roxana.- (Con desdén.) ¿Sois vos?
Cristián.- Quisiera hablaros.
Cyrano.- (Desde su escondite a Cristián.) Bien, bien; baja un poco la voz.
Roxana.- No. Habláis muy mal. Marchaos.
Cristián.- ¡Por favor!
Roxana.- No. No me amáis ya.
Cristián.- (A quien Cyrano va soplando lo que tiene que decir.) ¡Acusarme, cielos, de no amar ya, cuando más amo!
Roxana.- (Que iba a cerrar la ventana, deteniéndose.) Eso está algo mejor.
Cristián.- (Siempre repitiendo lo que le dice Cyrano.) El amor crece mecido en mi alma inquieta, a la que tomó por cuna...
Roxana.- (Adelantándose en el balcón.) ¡Vaya! Eso está mejor aún. Pero, ya que es cruel vuestro amor, fuisteis un tonto al no matarlo en cuanto nació. (...) ¿Por qué habláis de manera tan lenta, como si tuvierais reumatismo en la imaginación?
Cyrano.- (Tirando a Cristián, lo lleva bajo el balcón y se coloca él en su lugar.) (...) Es que en la oscuridad de la noche, ellas van buscando a tientas vuestros oídos. (...)
Roxana.- La verdad es os hablo desde muy alto.
Cyrano.- Cierto, y me mataríais si desde esa altura dejaseis caer una palabra dura sobre mi corazón.
Roxana.- (Haciendo un movimiento.) Ahora bajo.
Cyrano.- (Vivamente.) ¡No!»