Me siento extraña en nuestros propios lares, sujeta a las presiones y a la afrenta de cada advenedizo, que acrecienta su ambición entre copas y cantares.
No tardes, apresura tu regreso, que se me ha helado ya el último beso, y mi cuerpo ha olvidado tu calor.
Que estoy, como el fiel Argos, desvalida, ciega y sorda sin ti, casi sin vida, pero guardando incólume mi amor.
Penelope; diego torres