16/1/09

La divina Sarah Bernhardt

Hay cinco clases de actrices: las buenas, las malas, las regulares, las grandes
actrices y… Sarah Bernhardt”.Mark Twain

Una mujer atractiva dentro y fuera del escenario.
Era alta y muy delgada. Su cabello era de color rubio oscuro y sus ojos eran azul cobalto.
Dicen que poseía una presencia hipnótica.
Su padre murió cuando ella tenía 13 años, después su madre -actriz- la deja a cargo de su tía y unos amigos para dedicarse a su trabajo. Este hecho marcó a la actriz que nunca más quiso saber de su madre.
Sarah Bernardt tuvo un caracter fuerte y a los dieciséis años consiguió modificar el recital que tenía que dar en la audición por una de La Fontaine, “Les Deux Pigeons” con el que logró su objetivo de entrar en el Conservatorio, donde siempre dejo claro sus puntos de vista antagónicos a los métodos de sus profesores.
A pesar de su gran seguridad y fortaleza de caracter, toda su vida sufrió miedo escénico. Cuando tenía un estreno importante o se sentía bajo presión le daban ataques de pánico escénico. Sus ataques de pánico la hacían actuar con nerviosismo y poniendo una voz aguda, pero cuando llevaba un rato ya en escena, el pánico cedía.
Destaca en su arte que representando siempre a grandes heroínas de tragedia o reinas, siempre huyó de la sobreactuación y de la afectación. Son famosas sus escenas de muerte, en las que en vez de según sus propias palabras, “ofrecer toda una retahíla de patologías” tales como estertores, toses, gemidos agónicos, profundizaba en el acto de morir desde el punto de vista psicológico y sentimental.
A parte de su profesión de actriz, se interesó por la escultura y la pintura, llegando a exponer en el Salón de París varias veces, entre los años 1874 y 1896. Recibió distintos premios y menciones honoríficas en ambas disciplinas.
Escribió también tres libros: su autobiografía titulada “Ma double vie“, “Petite Idole” y “L´art du Théâtre: la voix, la geste, la pronontiation“.
Sarah Bernhardt fue también la primera actriz-empresaria del mundo del espectáculo. En el año 1892 habló con Oscar Wilde para que le escribiera a ella una obra. El resultado de esto fue Salomé pero mientras ensayaba su papel el Lord Chamberlain prohibió la obra. Sarah se fue a Paris y allí, en 1899, fundó el
Teatro Sarah Bernhardt.
Fue una acérrima defensora de Alfred Dreyfus en el lamentable Affaire Dreyfus, apoyando también abiertamente a Émile Zola en su célebre artículo-denuncia J´accuse donde se denunciaba que el oficial judío Dreyfus era la cabeza de turco de un complot en el seno del ejército y víctima de un exacerbado antisemitismo.